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viernes, 16 de marzo de 2012

Cause we were so young, so young, so young.

Os ahorraré la explicación de cómo he llegado a este momento remember pero el caso es que quería yo preguntar a quien buenamente me lea con cuántos chicos / chicas han intentado sus padres emparejarles.
Que os creéis que lo de los matrimonios concertados es cosa de Oriente y tal pero ya os digo yo que en Occidente, un poco más veladamente, estas cosas también pasan.

Recuerdo yo aquella tarde en la que mi madre me llama al salón y me encuentro con una señora que no he visto en la vida que más que mirarme me analiza con una enorme sonrisa. No sé muy bien de qué hablamos en aquellos escasos cinco minutos pero sí recuerdo el comentario que me dejó clavada al suelo mientras la señora se dirigía a la puerta de salida: ya verás, ¡¡¡mi hijo te va a encantar!!!

Recuperada el habla, la señora camino de su casa y mi madre de vuelta en el salón atino a preguntar:

- Madre, ¿por qué dice esa señora que su hijo me va a encantar?

- Porque sales con él el Sábado.

- ¿Que qué?

- Sí, por la mañana, a las diez estate arreglada.

- ¿Por la mañana... un sábado.. A LAS DIEZ?

- Sí, vais a ver un partido de fútbol.

- ¿¿¿CÓÓÓMO???

- Que te lo vas a pasar muy bien, mujer.

Diez minutos después, superado el shock: madre, ya estás llamando a esa señora y diciéndole que yo con su hijo no voy a ninguna parte y menos un Sábado a las diez de la mañana y lo que ya sí que NO es lo del partido de fútbol.

- No tengo su número, ya te llamará él.


Toma cita concertada por Las Matriarcas. Qué glorioso.

El Viernes por la tarde ya cantaba yo victoria pensando que el otro pobre individuo había alucinado con la buena nueva de nuestra salidita igual que yo y se había negado en redondo cuando mi madre me tiende, sin mediar palabra, el teléfono:

- ¿Quién es?

- Tú cógelo.

- No, que quién es te digo.

- Ay, el hijo de esta señora para concretar lo de mañana.

- Ah no, madre, de eso nada, yo ese aparato no lo cojo, lagarto, lagarto.

- ¡Mujer, que está esperando y te estará oyendo!

- Pues que me oiga alto y claro que yo no voy a ningún partido de fútbol, menos un sábado por la mañana y menos aún con un desconocido.

Al final Madre, que más sabía por todo que por Diabla, me estampa el teléfono en toda la oreja en medio de mi despotrique y claro, el chaval me oye y me saluda. Y no me quedan más narices que hablarle.

A todo esto acto seguido me llama mi por entonces mejor amiga y le cuento el percal: ¿¿¿a las diez de la mañana un sábado??? ¿¿¿Y encima a ver UN PARTIDO DE FÚTBOL??? ¡Sí que empieza el chaval con buen pie contigo, jajajajaja!




El colmo de todos los colmos ya fue estar arreglada un puñetero Sábado a las diez de la mañana, paraguas en lo alto porque encima llovía y que el jodío crío no estuviese.
Yo, en un intento desesperado por animarme a mí misma me pongo a pensar que igual es el hombre de mi vida, que tal vez sea un macizo de impresión de metro noventa y ojos azules que me lleve galopando en su caballo blanco al país de la eterna felicidad. Justo entonces veo aparecer al susodicho rubio imponente y se me ríen los huesecillos. Pero el Hombre Ideal me mira, pasa de largo, se sube en una moto y se va.
Y detrás de él sale un paraguas negro con dos piernas. Y cuando le veo la cara al paraguas me quiero morir porque ni rubio, ni ojos azules, ni moto ni casi sabe hablar, balbucea.

Obviamente aquello fue un desastre y volví a mi casa a contárselo a mi señora madre y a mi mejor amiga (que dicho sea de paso se estuvo riendo de mí como una semana) pero con la satisfacción del deber cumplido. Hala, ya he quedado con él, ya me lo he quitado de encima, todas las madres felices. ¡Ay, qué tonta fui!

El Viernes siguiente Madre vuelve a presentarse, aparato inalámbrico diabólico en mano y sin mediar palabra me lo estampa nuevamente en la oreja. Entre más graciles balbuceos el chaval me propone ir al cine y mi madre, obviamente, ya le ha dicho que sí así que más que proponerme me informa de que al día siguiente a la seis me pasa a buscar.
Gabinete de crísis con mi mejor amiga:

- Pues sí que le has debido de gustar tía, porque conociéndote y aún encima un Sábado frío y lluvioso a las diez de la mañana debías de estar tú de un simpático y un agradable que pa' qué.

- Desde luego fui todo lo borde que pude y más, no sé a qué viene ahora el rollito del cine.

Descojone por parte de mi amiga, nuevamente.

Lo del cine salió si cabe aún peor, afortunadamente no era un partido de fútbol y era bajo techo así que la lluvia y el frío no me minaban la moral pero el chico seguía igual de desenvuelto.
La película ya memorable, un bodrio en el que todos copulaban con todos, mezcla de novela negra y porno, allí no había quien se enterase de nada, el señor del asiento de al lado tocándose el miembro supongo que intentando aplacar la erección y el chaval removiéndose en el asiento como gusano inquieto, proponiéndome salir de la sala si la situación me incomodaba.

Al final nos quedamos y ya de vuelta en el portal de casa me pide el móvil.

- Ah claro, toma.

- No, el aparato no.. yo decía el número.

- Ah. El número. Ajá. Sí. Claro.

Y claro, se lo tuve que dar, que me quedé más muerta que viva cuando me lo pidió porque yo de lo malo pensé que lo del cine era otra cita apañada por Las Matriarcas. Pero nada justificaba que me pidiese el número de móvil. Eso era contacto directo sin madres de por medio.

Total que no hago más que entrar en mi habitación y recibo un sms que pone algo así como espero que no dejes de quedar conmigo por el fiasco de la peli...
Aquí ya vi el cielo abierto: no, si por lo que voy a dejar de quedar contigo es porque tengo novio. O algo así. Igual tampoco fui tan brusca, no lo recuerdo.

A partir de aquí todo siguió un curso más o menos normal: tu madre te obliga a que lo llames, un día que tu amiga ha venido a verte lo llamas para tomar algo porque al menos no estás sola y no tienes que aguantarlo tú en exclusiva, tu amiga se va, el chaval te mete boca.. empezáis a salir, lo dejáis...

Pero no fue una historia más, diría que fue la primera. Y duró bastantes años porque se me había pasado el detalle de que el susodicho y yo éramos vecinos y él encima tenía perro, o sea que quisiéramos o no nos terminábamos encontrando en la urbanización y para más inri el muchacho trabajaba en mi colegio (no era mi profesor, no, eso hubiera suplido con su morbo todos los inconvenientes anteriores) así que ya apaga y vámonos. Y vuelta a empezar y vuelta a dejarlo y vuelta a empezar y así durante años. Hasta que al final la cosa se jorobó bien jorobada y yo que al principio quería suicidarme cada vez que tenía que salir con él terminé encoñá como una mona y cuando la cosa terminó decidí hacer lo peor que podía haber hecho pero bueno, eso más que el fin de esta historia es el comienzo de otra.

Y ¿por qué me he acordado de todo esto precisamente ahora? Pues porque esta semana hace once años desde aquél frío y lluvioso sábado y del mortal sábado siguiente en el cine. Once años, que se dice pronto, cómo vuela la vida. Ya no somos dos adolescentes, ya no tenemos nada que ver con los críos que fuimos y yo ahora tengo otra amiga íntima y una pareja a la que adoro con la cual todo ha siempre ha sido tan fácil, tan natural y tan espontáneo como nunca antes lo fue con nadie. Desde luego no con mi ex suegra y mi madre negociando mi boda a cambio de equis cabras y camellos.

2 comentarios:

  1. anda... todo eso no lo sabía yo...

    ufff

    menos mal que ya nada es como era.

    Besos xoxo

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  2. Jajajajajaja, ¡es de coña, xoxo! Las madres se hicieron amigas y quisieron que nosotros también lo fuésemos. Lo de querer casarnos llegó después cuando la relación era más 'seria' y tal, supongo que como pasa siempre, no de buenas a primeras xD
    El caso es que lo dejamos y todos mantenemos una relación cordial, ex novios, ex suegras, ex consuegras y aquí paz y después gloria, de momento no me han querido poner nunca 'un burka por amor' (a Dios gracias, porque con los ovarios que tengo yo el burka se lo ponía Rita La Cantaora y ardía Troya), vamos que nunca me han intentado apañar una boda o una relación mis padres :)

    ¡Besote!

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