Contacto

Ponte en contacto conmigo: diariodeundramaanunciado@gmail.com

jueves, 25 de octubre de 2012

Coge un golpe de viento y elevate. Vuela libre.

Mi amiga Nikki tiene desde hace muchos años una teoría muy acertada. Sostiene que una relación sentimental (o algo que se le parezca) es como hacer volar una cometa.
Hay una persona que sostiene el hilo de la cometa y una persona que es la cometa.
Obviamente quien tiene a la cometa tiene el poder.
A la cometa se la deja volar, no se la agobia. Se la deja esperar allí arriba, sola. No hace falta ni mirarla, casi ni sujetar su hilo, se puede dejar enganchada a algún contrapeso que haga que no se escape.
Cuando quieras que la cometa vuele hacia ti sólo has de dar un tirón muy fuerte y muy seco. Y la cometa vuelve a ti.

A esto Nikki le llama hacerle la cometa a alguien.

Tú crees que alguien pasa de ti pero simplemente está dejándote estar, en cuanto quiera tenerte pegará un tirón seco y fuerte y tú volverás a su lado hasta que quiera volver a alejarte de ella, hasta que suelte nuevamente el hilo que te sujeta y te mande de nuevo al cielo, allí arriba, sin nadie.

Él me hizo la cometa por muchos años. Me dejaba estar pero yo sabía que cuando tuviese ganas de divertirse conmigo, cuando necesitase hacerme daño para sentirse bien, tiraría bruscamente de mí y me devolvería a su lado.

Nikki me decía vuela, tía. Ya que eres una cometa, vuela. Mira el cielo, súrcalo, explóralo a ver qué hay.
Era un consejo sabio, sin duda. Lo que pasa es que la cometa no es libre, la cometa pende de un hilo que manejan otras manos. La cometa es un juguete, una diversión.
Nunca era libre. Sabía que él terminaría por volver a tirar de mí y volvería invariablemente al mismo coche, con la misma música, con el mismo perfume, escuchando la misma retahíla de puñales hechos palabras.

Hasta que decidí ser libre. No era él quien me tenía sujeta, era yo sola. La cometa puede coger un golpe de aire y tirar del hilo, puede tirar al suelo a quien la sujeta y escapar y volar, volar muy lejos.
Y eso hice yo, me escapé. Aproveché un golpe de viento a Francia y me escapé.

Yo he sido cometa, sé lo mucho que duele estar en un punto indefinido entre el suelo y el cielo, sola, pendiendo de un hilo que un crío caprichoso sujeta. Sé lo que duele.
Por eso nunca, nunca, nunca desde aquél día he tenido una cometa. No quiero hacer a nadie mi esclavo. Quiero que quien esté a mi lado lo esté mientras lo deseé, no porque yo lo sujete contra su voluntad.
Y también es una cuestión de orgullo, ¿por qué no?, quiero decir, ¿tan poco tengo que ofrecer que he de valerme de trucos sucios para que alguien permanezca a mi lado, no tengo nada que valga la pena para que se queden conmigo si no es por la fuerza?

No eres mi cometa.
No quiero cometas.
No quiero juguetes, entre otras cosas porque, como bien sabes, los juguetes hay que compartirlos y yo hay cosas que no quiero compartir, las quiero sólo para mí.
No eres mi juguete.

No eres nada mío, eres libre.

No voy a -rebajarme- a obligarte a quererme.

Eres libre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario