Contacto

Ponte en contacto conmigo: diariodeundramaanunciado@gmail.com

jueves, 10 de noviembre de 2011

Heroína.

Verás, yo soy un exceso en mí misma. Me cuesta mucho tener puntos intermedios.
Con el tiempo y la madurez he aprendido a encontrarlos y aceptarlos pero no significa que me gusten. Yo cuando quiero algo, lo quiero todo.
No me valen las medias tintas, no me vale un pedazo, no quiero lo que los demás no quieren y no quiero tener que compartirlo. Lo quiero todo, sólo para mí.
Sé que puede sonar egoísta pero por ejemplo en el amor no hay punto intermedio, o quieres a alguien o no lo quieres, fin de la historia. Si estás enfermo o lo estás o no lo estás, no tienes un poco de cáncer o un poco de síndrome de tal o de aquello.
Pues esto es igual. Es un sí o es un no, no es un un poco, no es un no sé, ni un sí pero no, ni un te quiero a ti y... a otras tres más, ni un te quiero pero no sé cómo. Es te quiero y punto. Sin añadidos, sin explicaciones, sin matices, es todo o no es nada.

Obviamente no voy por la vida exigiéndole a la gente cosas que ni yo misma puedo dar pero lo cierto es que yo sé distinguir entre querer y tener cariño, sé de qué modo quiero a una persona, sé lo que es para mí, lo que quiero que sea, lo que fue y lo que será. Las nubes de humo tras las que puede estar un no puedo vivir sin ti o un lo siento pero me equivoqué, no estoy enamorado de ti a mí me tocan la moral y no las acepto. Fe de ello pueden dar muchos procesos de hombre que han pasado por mi vida, sólo uno ostenta el dudoso honor de clavarme pedacitos y pedazones de duda en el alma. Una y no más, nunca jamás en mi vida he querido, quiero ni voy a consentir otra vez semejante cosa. Porque duele en sitios que no pensabas ni que existían. Porque destroza, despedaza, desangra, desgarra, aplasta, oprime, sofoca, asfixia, desespera y nunca, nunca, nunca más voy a dejar a nadie hacerme tanto daño.

Y cuando alguien me quiere, quiero que me quiera como soy, a saber, con exceso. Quiero que me quiera toda, entera, todo lo que soy, todo lo que fui, todo lo que seré, quiero que me quiera sólo para sí, que no soporte la idea de que otra persona pueda tocarme, de que otro pueda deslizar la punta de su nariz por mi espalda.
Suena machista, obsesivo, enfermizo... pero es lo que hay. No tengo setenta años, soy joven aún y no quiero estancarme en sentimientos tibios, quiero quemarme, perderme, marearme, llorar, reír, quiero sentir que soy única y que mi historia de amor no es como otra cualquiera, que es única, igual que yo.

No me malinterpretes, yo no soy especial. Única sí, especial no. No tengo superpoderes, no tengo nada que me haga que me haga irresistible.
No tengo un millón de amigos, no tengo un físico espectacular, no soy la chica más sociable ni más simpática, no soy la más divertida ni la más alegre, en esencia no tengo nada más que corazón y cabeza que al final, son lo mismo.
Pero tengo un código genético, unos lunares, unas pecas, una cana muy blanca y brillante en medio de la parte derecha de mi pelo, tengo dos angiomas planos, una forma de tocarme los labios cuando estoy pensando, una manera de caminar cuando estoy distraída, una forma de acurrucarme y quedarme dormida que me hacen única porque soy la única persona en el mundo que tiene todas esas cosas juntas.
Y quiero a alguien que lo sepa y lo adore. Que no pueda vivir sin todas esas cosas que no me hacen más especial, ni mejor ni peor que ninguna otra mujer que haya existido antes o exista en el futuro pero que son mías y que, todas juntas, no volverán a repetirse nunca en nadie. A alguien que si algún día me voy repase cada noche esas cosas y se arañe los antebrazos porque sabe que nunca encontrará a nadie que pueda tenerlas como yo las tengo.
Como dice el refrán para el mundo yo sólo soy una persona, pero para alguna persona quiero ser el mundo entero, ayer, hoy y siempre.

Yo no soy nada. Y precisamente porque lo sé necesito que alguien se esfuerce con toda su alma en hacerme creer que sí lo soy.
Por eso le quiero a él. Porque él ve cosas que nadie más ha sabido ver, él me acepta como soy y el conjunto de mis manías, mis miedos y mis creencias es un conjunto que valora.
No me importa lo que haga cuando yo no le veo, me basta que cuando esté conmigo me haga sentir especial. No le pido más.
Me basta que me diga te quiero todos los días, un te quiero rotundo, sin peros, sin matices, sin condiciones, sin explicaciones. Te quiero y punto. Te quiero como eres, como fuiste y como creo que serás, te quiero como mujer, como novia, como un todo, como una amante, sin más matiz que el mucho. Te quiero a ti y sólo a ti.

No te quiero como amiga.
Te quiero como compañera.
Te quiero como complíce.
Te quiero para pasar el rato.
No Te quiero para sentirme alguien.
Te quiero para que me quieras y me hagas sentir especial.
Te quiero porque nadie más me quiere.
Ni Te quiero para que me des lo que otr@s no quieren darme.
Te quiero porque te necesito para tener a alguien a mi lado.
Te quiero porque no ha llegado nadie mejor.
Te quiero de momento hasta que otr@ llegue.
Te quiero hoy pero no sé si te quise ayer ni si te querré mañana.
No Te quiero porque me haces reír.
Te quiero porque me comprendes.
Te quiero porque estás ahí.

A la mierda con eso. Soy más que un pasatiempo, soy más que una solución provisional, más que un segundo plato, más que una amiga, más que una payasa que hace reír, más que una follamiga que quita telarañas, más que alguien especial que te da un abrazo cuando lo necesitas. Soy todas esas cosas, sí. Y soy también mucho más.

Y si no me quieres a mí y sólo a mí, si no quieres tenerme sólo para ti, si no te duele en lo más profundo del alma cuando me voy, si no sientes que no podrías vivir sin mí porque yo hago tu vida mejor, si no quieres encerrarme en una burbuja y que no sea de nadie más, si no quieres que nadie más me toque y me acaricie, entonces no quiero que me quieras.

Dar solamente aquello que te sobra nunca fue amar sino dar limosna, que decía la canción.
Y mira, a mí gente que me dé su vida entera, me sobra, un pedacito se me acaba pronto, un pedacito no me quita el hambre, un pedacito no me sacia.

Yo me merezco mucho más que eso. Y como me pasó aquél día, aunque no sea lo que me merezco al menos es lo que yo quiero. Así que si no vas a saber quererme con locura y sin medida ninguna, sin condición ni matiz alguno, es que yo no soy para ti y nunca lo he sido.

Luego no vengas a preguntarme porque ay, ¡que tú no! y por qué él sí. Es muy simple. Porque yo soy una droga dura y él sabe controlarme y dosificarme. Y si nadie más sabe, es que necesita algo más light, más fácil de sintetizar, a más bajas dósis. Más vulgar.

Y ell@s con total seguridad sí pero yo de vulgar, perdóname, pero no tengo nada. No se hizo la miel para la boca del asno.

1 comentario: