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miércoles, 12 de octubre de 2011

Amalgama de pasado y futuro: Marlboro.

Yo que siempre estoy dándole vueltas a la cabeza, de vez en cuando hago las preguntas aparentemente más estúpidas del mundo. El caso es que si mi interlocutor se parase a reflexionar, vería que no son tan descabelladas sino más bien de vital importancia.

Mi novio y yo somos la noche y el día. Él vigila lo que come, yo si tengo que hacer guardia dejo de vigilar para comer.
Él va al gimnasio a hacer deporte. Yo no paso ni por delante de un gimnasio porque hasta los abdominales de musculosos hombres bañados en sudor, si es en ese edificio, me dan pereza.
Le encanta viajar. Yo por no viajar le desencanto.
No sabe vivir sin ropa de marca. Yo sin trapos a 3€ de Primark, me muero.
No le gusta que me maquille, dice que estoy más guapa sim pintar. Yo no me gusto sin maquillar, le digo que yo si tengo que ingresar por Urgencias en un hospital, ingreso pero después de un poquito de chapa y pintura.
Me prefería con el pelo corto. Yo sin el pelo largo no me reconozco.
Lee muy despacio. A mí no me des a leer algo esperando a que me dure porque como me interese o me guste me dura menos que un trozo de tarta.
Habla Alemán. Yo lo más parecido que tengo a algo Alemán es a él. Pero hablo tres idiomas que él no habla. Él habla Alemán sí, y otro idioma que me esfuerzo en aprender pero en el que al estar lejos de su tierra es difícil mejorar.
No sabe quedarse en casa. Yo no sé levantar el ancla del sofá, he echado raíces aquí y eso ya ha causado que se levante el suelo, imagínate que me da por levantarme y sacar las raíces de ahí, la que se puede liar.
Él no fuma ni muerto. Yo si no fumo me muero.
Odia la comida basura. Yo le odio a él porque nunca me deja comerla y la adoro.

También tenemos cosas en común, claro. La Coca-Cola, los gatos, la música... esto... eh... bueno eso, que tenemos muchas cosas en común, ahora mismo no me viene ninguna a la mente porque estoy cansada pero vamos, que haberlas, igual que las meigas, haylas.

En cambio él, por lo poco que sabe de mi ex, cree que me parezco a él. Porque fumo.
Y claro, me lo dice una vez y me da igual, me lo dice cien y ya me crispa un poco, me dan ganas de llamar a mi ex, sentarnos los tres y buscar, en lugar de las diferencias, los parecidos, a ver en qué me parezco yo a... eso.

- Es que no quiero que tengas los vicios en los que él te metió.

Aquí discrepamos porque yo le digo que me metí sola en dichos vicios pero él insiste en que fue por mi ex, tú me contaste cómo empezaste a fumar y tal y cual.
Chico, ya te preocupa a ti mi ex más que a mí porque yo de semejantes cosas no me acuerdo.

Y ahí ya me quedo alucinada: ¡no me acuerdo! Oye, yo que creía que iba a tener toda aquella sarta de recuerdos innecesarios en mi memoria por los siglos de los siglos y resulta que mi novio me cuenta cosas que yo le conté en su día y de las que ya no me acuerdo.

- ¿No te acuerdas de que me dijiste tal y cual cosa?

- No.

- ¡Me lo contaste!

- A ver, eso pasó y fue así, sí. Y si lo sabes obviamente ha de ser porque te lo he contado yo porque no creo que te hayas ido de copas con mi ex y te lo haya contado él en plan buen rollo entre Vodka y Vodka, puro y puro, señorita y señorita. Pero vamos, que yo no lo recuerdo con tanto detalle como tú me dices y desde luego ni me acuerdo de habértelo contado.

- ¿Y entonces cómo lo recuerdas?

- Pues yo qué sé, sé que fuimos a tal sitio y discutimos, fin. Ni me acuerdo del por qué, ni del cómo, ni de lo que me dijo, ni de lo que no-cenamos, ni de lo que llevábamos puesto ni de nada. Fuimos, me montó un Cristo y punto, hasta ahí todo mi recuerdo.

Yo no sé si mi novio me cree, me mira un poco como si quisiese creerme, que es distinto a hacerlo, o como si le diese igual y no fuese a detenerse en el hecho de que él cree que le miento. Y cambia de tema.

- El caso es que no quiero que tengas los vicios que cogiste de él.

Y yo lo entiendo, claro. Bastante gusto me daba a mí que mi ex se jugase el dinero de la familia en el casino a la mínima de cambio como cuando su ex le había dejado, que se fundió hasta los calcetines. Vamos, me daba un gusto tremendo. O que me llevase a los mismos sitios que a ella y me sentase en la misma mesa y me rememorase todo lo que en aquél mismo y preciso lugar ella le había hecho, que le faltaba pedirme que me vistiese igual que ella había ido vestida aquél día.

Y como lo entiendo pues yo hay ciertas cosas que intento cambiar, que con mi ex tomaba Valium y ahora tomo Valeriana o que a mi ex lo daba por perdido y con él no me rindo ni aunque me esté muriendo. Que en mi ex no confiaba ni un poco y por mi novio pongo la mano, los pies, todos mis miembros, extremidades y órganos en el fuego.

Porque yo amo a mi novio con la serena y meridiana claridad que otorga a toro pasado el más profundo de los sufrimientos, porque mi novio me pide que salte y yo voy dando volteretas aunque sepa que siendo torpe como soy, me puedo descangajar en cualquier momento. Que si mi novio me necesita despliego mis alas y voy volando, que si le hacen algo me llevo a quien sea por delante, que si lo destinan a Siberia allá que voy con el colchón por abrigo, que si él me besa yo me tiro sobre él como si no hubiera mañana y lo abrazo tan fuerte que lo ahogo o le rompo las gafas.
Que si mi novio guarda algo de su ex, dependiendo de lo que sea, me da un ataque de histeria que tiemblan los cimientos de la casa.

Así que si mi novio me pide que no guarde nada de mi ex, pues tendré que dejar de fumar.
Porque entre otras cosas estoy intentando empezar a limpiar mi cuerpo para el día en que nos pongamos a tener un bebé y con mi ex eso jamás de los jamases habría sucedido. Y de ser así, habría dejado a mi hijo huérfano porque me habría muerto de tener que soportar a su padre. Y como de mi ex no quiero ni lo más mínimo, no pienso dejar huérfanos a mis hijos por un cáncer de pulmón, aunque el padre de mis hijos y mis hijos no sean los mismos, a Dios gracias.
De modo que le doy otra vuelta de tuerca a la historia y decido que si es por mi novio, si es por no mantener nada de mi ex, más tarde o más temprano, me cueste más o me cueste menos, tengo que dejar de fumar.

Y no se hable más. Que si el amor ha sido capaz de mover montañas, digo yo que un triste cartón de tabaco a la basura también será capaz de moverlo. Espero.

... Pero por si acaso voy a buscar el susodicho cartón y a cambiar la bolsa de la basura, no sea que me toque llevarlo a mí. Y eso ya lo veo un poco más difícil.

1 comentario:

  1. Siempre que he intentado dejar de fumar por mi pareja, he acabado fumando el doble de la misma ansiedad y sin pareja...espero que tú tengas más suerte, pero pienso que esa decisión tiene que salir de ti, de tu voluntad...

    Un beso!

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