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jueves, 15 de diciembre de 2011

Son puñales que se clavan.

Mis sueños me lo dicen un día sí y otro también y cuando mis sueños no dejan de enviarme un mensaje es porque me están avisando de algo que está pasando o va a tardar cero coma en suceder.

Si hablamos de celos, yo soy muy selectiva y con bastante buen criterio. Suelo saber en quien puedo confiar y en quien no. Rara vez tengo celos con un hombre digno de confianza.

En cambio cuando el susodicho no es trigo limpio no vivo tranquila. Siempre lo he dicho, si no encuentro algo es porque no lo busco. Y a veces hay cosas que, aunque yo no quiera verlas, me saltan a la cara. A decir verdad es cierto aquello de que no hay peor ciego que aquél que no quiere ver y eso debería de hacer yo con este tipo de hombre o intento de: volverme ciega y sorda, alejarme de cualquier red social, de cualquier teléfono móvil, de todo. En esencia, irme a vivir en medio de la montaña sin cobertura, sin gente... y sin mujeres.
Porque si no el corazón se me encoge cada vez que te suena el móvil, cada vez que hablas con alguien y no sé con quién y lo que es peor, que no te creo cuando me dices con quién.
Cada vez que alguien te escribe algo, cada vez que no estás conmigo, cada vez que no te veo y sé y siento que tus pantalones piensan por ti y que eres inseguro y cambiante y cualquier escoba con minifalda que se te ponga delante va a producirte, sino una erección, al menos un cosquilleo por dentro.

¿Y qué hacer en estos casos? Alejarte. El hombre que ha sido así difilcimente cambia y lo que es peor, dificilmente se gana mi confianza. Y eso no es vivir, pesadillas, el estómago en la boca cada cinco minutos cuando estoy contigo, continuamente cuando no estás. Eso no es vida, es un infierno y no se lo deseo a nadie.

Lo que no sé es cómo se le explica esto a la otra parte: te quiero pero te dejo porque no confío en ti. Te dejo porque no puedo confiar en ti. Te dejo porque me haces daño. Te dejo porque sufro.

Hay casos en los cuales el maromo ni se molesta en desmentir todo lo anteriormente mencionado, se calla y punto. Y quien calla otorga.
Pero cuando él te dice que no es verdad, que te quiere a ti y las demás no significan nada y tú no puedes creerle, no hay nada que hacer. Hoy piensas así pero ¿cuánto durará? ¿Una semana, un mes, un año? Si ya me lo has hecho, ¿quién me garantiza a mí que no lo vuelvas a hacer? ¿Por qué debería de creerte cuando me dices que no se repetirá? ¿Que soy yo y sólo yo?

Así que te dejo porque no puedo confiar en ti. Te dejo porque me haces daño. Te dejo porque sufro. Te dejo porque no te creo. Te dejo porque me duele. Te dejo porque no puedo vivir así. Te dejo porque no has sabido valorarme, no has sabido darme la confianza que necesitaba. Te dejo porque tengo miedo. Porque si esto duele así hoy, ahora, no quiero imaginarme cómo puede llegar a doler en otras circunstancias, en otro momento, si las cosas hubieran sido diferentes.

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