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jueves, 16 de mayo de 2013

Divina ¿comedia?

Nunca supo muy bien por qué motivo lo hizo. Sabe que simplemente se dejó llevar y lo hizo como atraída por una extraña fuerza que parecía emanar del mismísimo centro de la Tierra.
Y hasta él caminó, hasta el centro de la Tierra, allí donde Dante había colocado, no sin razón, El Infierno.
Aún en el Limbo, en la puerta de su casa, se preguntó a sí misma si estaba segura de querer entrar al lugar que ante ella se presentaba. Por toda respuesta obtuvo un paso adelante como si no quisiera responderse mentalmente a esa pregunta porque sabía que si lo hacía se giraría sobre sus talones y volvería a la paz de su hogar.
Pero se perdió en él, en sus cabellos que no eran más que el escondrijo enmarañado de los nueve círculos del Infierno, en él que al fin y al cabo era el Infierno en sí mismo.
Y cuando se hallaba en pleno centro de la Tierra, en pleno centro del Infierno, cuando él se despojó finalmente de sus disfraces y se mostró con su tridente y su rojo abrasador, con sus ojos inyectados en sangre y escuchó esa voz pesada y profunda en forma de ensordecedoras carcajadas... se preguntó cómo se había dejado arrastrar hasta allí y lo que era más importante: cómo conseguiría escapar.
Descender al centro del Infierno no había sido tarea fácil. Pero salir de él se le antojaba casi imposible desde cualquier punto de vista.
Provista con un mapa mental que se esforzó en trazar y tratando de ocultarse de él se propuso con férrea determinación desandar el camino y volver a salir a la superficie.
Sin embargo ella no sabía qué le aterraba más: si no poder escapar nunca jamás de allí o que él hiciera la vista gorda y la dejara marchar.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Shout, shout, let it all out, these are the things I can do without, c'mon, I'm talking to you.

No puedo dormir.
Prendo una vela mientras fumo un cigarro, no quiero encender luces y despertar a mi tía.
Fumo por caladas rápidas y espaciadas mientras el recuerdo de una noche de playa me martillea la cabeza.
Recuerdos, muchos recuerdos acuden en tropel a mi mente.
Reflexiones, preguntas sin respuesta.
La, igual que yo, olvidada ceniza del olvidado cigarro cae, igual que yo, sobre mi camiseta, sacándome de mi torbellino de tormentos.
Apago la vela.
Apago el cigarro.
Me apago yo misma, desplomándome sobre el sofá.
Ojalá pudiera apagar también mi mente y mi corazón.